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Mensaje a la FAO: Luchen contra el hambre, no contra los agricultores

Más de 650 organizaciones de la sociedad civil envían una carta abierta a la FAO

Más de 650 organizaciones de la sociedad civil (no gubernamentales y movimientos sociales) y 800 individuos de 83 países entregaron hoy a Jaques Diouf, Director General de la FAO, con sede en Roma, una carta abierta en la que condenan su incompetencia al referirse a los asuntos científicos y técnicos de la ingeniería genética de cultivos y cuestionando el compromiso de la agencia para con los agricultores de pequeña escala. Entre los firmantes de la carta hay organizaciones campesinas nacionales e internacionales, científicos, y literalmente cientos de organizaciones no gubernamentales, algunas de las cuales hace décadas tienen estatus consultivo formal ante la FAO. Antonio Onorati, quien dirigió el organismo encargado de las Cumbres Mundiales sobre Alimentación en 1996 y 2002 y trabajó con los gobiernos miembro, entregó directamente la carta a la FAO en representación de los firmantes.

Los nuevos BIO gángsters

La Organización de la Industria Biotecnológica (BIO, por sus siglas en inglés) se prepara para su reunión anual en San Francisco, Estados Unidos, del 7 al 9 de junio 2004. Se vanagloria de volver a sus orígenes, ya que se encuentran en el área de la bahía de San Francisco las sedes de más de 800 de las mil 457 empresas biotecnológicas estadunidenses, muchas de las cuales son las trasnacionales que dominan los mercados de semillas, transgénicos, farmacéutico, químico, genómico.
Con más exactitud se puede decir que vuelve a sus orígenes porque en esa bahía está lo que fue la tristemente famosa prisión de Alcatraz. En 1894, 19 indios hopis fueron encarcelados, poco antes de que el gobierno decidiera atacar militarmente a los hopis para "civilizarlos". Su crimen fue, además de negarse a ser "educados" en escuelas del gobierno, donde eran azotados por hablar su idioma o hacer cualquier mención de su propia cultura, negarse a practicar la agricultura tal como el gobierno les imponía: en lotes individuales, en lugar de sus formas tradicionales comunales.

Para Monsanto todos somos criminales

El 21 de mayo 2004 la Corte Suprema de Canadá emitió la sentencia final del caso Monsanto contra los agricultores canadienses Percy y Louise Schmeiser, culminando así una lucha legal que duró ocho años, a partir de la acusación de la trasnacional de que estaban "violando" su patente de canola transgénica (resistente al herbicida RoundUp). La sentencia implica que si un agricultor tiene semillas o plantas que contienen genes patentados corresponde al agricultor probar que no está infringiendo la patente monopólica de la compañía. En el mundo de Monsanto, todos somos criminales hasta que una Corte diga lo contrario.

La Suprema Corte de Canadá pisotea los derechos de los agricultores y afirma el monopolio corporativo de Monsanto sobre seres vivos.

Organizaciones de la sociedad civil y de agricultores en todo el mundo reaccionaron con indignación ante la decisión por cinco votos contra cuatro que tomó hoy (21.04.2004) la Suprema Corte de Canadá, afirmando el derecho de Monsanto a demandar a los agricultores que tengan cultivos con genes transgénicos en sus parcelas, sea que los hayan elegido o que se hayan contaminado. El gigante genético Monsanto acusó a los agricultores de Saskatchewan, Percy y Louise Schmeiser, de violar la patente de la compañía sobre canola transgénica. Percy y Louise no querían las semillas de canola transgénica que invadieron su propiedad, ni trataron de aprovecharse del carácter tolerante al herbicida que tiene la semilla transgénica (o sea, ellos no utilizaron el herbicida Roundup en sus cultivos). De todos modos, Monsanto los demandó por violación a su patente y exigió una parte de sus ingresos. Con gran valor, los Schmeiser libraron durante siete años una batalla legal contra Monsanto que terminó en la Suprema Corte de Justicia de Canadá.

La decisión de la Suprema corte de Justicia de Canadá sobre 'David y Goliat': Dígale a Monsanto a dónde irse

Cartas de advertencia para Monsanto: Hay 5 millones de Percys Schmeisers

Las abejas, escarabajos y vientos de las paraderas pueden transportar la canola genéticamente modificada de Monsanto un mínimo de 26 kilómetros -y mucho más si la semilla o el polen transgénico se van de polizones en los camiones que pasan, en los trenes o en la ropa de la gente. Después de ocho veranos en el oeste de Canadá, la canola transgénica ha adquirido la dudosa fama de ser una maleza importante -se le ve comúnmente en los campos, avenidas y cementerios e incluso en los jardines de las casas. "La canola puede invernar hasta ocho años", dice Pat Mooney del Grupo ETC desde la sede de esta organización en Winnipeg, Canadá. "Eso significa que el polen transgénico probablemente viajó un mínimo de 200 kilómetros desde que Monsanto comenzó a vender su semilla patentada en 1996." Por esta razón, explica Pat Mooney, la decisión del 21 de mayo de la Suprema Corte de Justicia, nos afecta a todos, y personalmente a los que viven en el campo. El gigante genético Monsanto acusó a los agricultores de Saskatchewan, Percy y Louise Schmeiser, de cultivar ilegalmente la canola patentada de la compañía. "Pero no se sólo trata de los agricultores", insiste Mooney. "Hay por lo menos 5 millones de Percy Schmeisers [prácticamente la población de las tres provincias de las pradera de Canadá]. Pues cualquiera de nosotros sabemos que la canola de Monsanto podría estar hasta en las macetas de nuestras ventanas."

Patentar genes e investigación es hipotecar el futuro

Recientemente, el Centro de Investigación y Estudios Avanzados (Cinvestav) del Instituto Politécnico Nacional anunció la puesta en marcha del Laboratorio Nacional de Genómica para la Diversidad Vegetal y Microbiana. Los gigantes de la biotecnología "financian" proyectos de instituciones de interés público porque les permite acceder de manera cómoda y barata al germoplasma de los cultivos en diferentes países, utilizando la infraestructura, la formación pública y el conocimiento del medio de los investigadores nacionales, para luego aplicarlo en sus propios productos comerciales y, si viene al caso, patentar sus genes para el lucro de sus empresas.

Oligopolios 2003: Control y nuevas tecnologías

Según datos del Banco Mundial, para 2003 se mantuvo la tendencia que inició con el nuevo milenio: de las cien mayores economías del planeta, 51 son corporaciones trasnacionales y 49 son países. Según su producto interno bruto (PIB), los países que encabezan la lista son: Estados Unidos, Japón, Alemania, Reino Unido, Francia, China, Italia, Canadá, España, México, India, Corea, Brasil, Holanda, Australia, Rusia, Suiza y Bélgica. Sigue la cadena de supermercados Wal-Mart, con ventas por valor de 246 mil 525 millones de dólares durante 2002. Es mayor que el PIB de Suecia, Austria o Noruega. Luego se encuentran General Motors, Exxon Mobil, Shell, BP, Ford, Daimler Chrysler, Toyota, General Electric, Mitsubishi, Citigroup, ING Group, IBM y otras. Las petroleras y fabricantes de automóviles han estado por décadas entre las mayores economías del planeta. Se sumaron hace años las firmas de electrónica y los grandes grupos financieros, como aseguradoras y bancos. Desde comienzos de siglo, Wal-Mart se ha mantenido como la empresa más grande del planeta, rebasando a las anteriores. Otros megasupermercados escalan rápidamente: Carrefour, SA, y Royal Ahold tienen volúmenes de venta mayores que el PIB de países como Perú y Nueva Zelandia. Le siguen de cerca procesadoras de alimentos y bebidas como Nestlé y Vivendi e hicieron su entrada a las cien mayores economías globales las trasnacionales farmacéuticas, con Merck & Co en el puesto 99, según las ventas de 2002. Durante 2003, la fusión de los gigantes farmacéuticos Pfizer y Pharmacia aseguró un puesto mucho más arriba en la escala, colocándose 40 por ciento arriba de Merck en volumen de ventas.

México, caballo de Troya de los transgénicos en América Latina

México acaba de firmar un acuerdo con Estados Unidos y Canadá para burlar los requerimientos del Protocolo de Bioseguridad internacional y promover que sigan entrando en territorio mexicano granos contaminados con transgénicos, librando de responsabilidad a empresas y países que los producen. El acuerdo fue signado el pasado 29 de octubre por Víctor Villalobos, de la Secretaría de Agricultura de México (Sagarpa); J. B. Penn, del Departamento de Agricultura de Estados Unidos, y Andrew Marsland, del Ministerio de Agricultura y Agroalimentos de Canadá. México promueve además que el acuerdo se extienda a otros países latinoamericanos. Según Blair Commber, director de Agricultura de Canadá, Argentina, Brasil y Uruguay ya han manifestado su interés.

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