Enviado por ETC Staff el
Asunto:Décadas después de su aparición en laboratorios y en productos al consumidor, algunos científicos están comenzando a preguntarse si las partículas nanométricas, tan apreciadas por su reactividad química y otras características cuánticas, deben ser investigadas por sus posibles impactos negativos en la salud y el ambiente. Aunque la industria está presionando para escalar la manufactura de nano partículas a granel y comercializar nanotubos de carbono —incluso menos investigados—, al parecer no hay regulaciones gubernamentales en Europa y Norteamérica para garantizar la seguridad de los trabajadores o los consumidores y la naturaleza. Sin embargo, las nano partículas ya son de uso diario en bloqueadores de sol, (incluyendo algunos para niños), cosméticos, y aderezos para ensaladas, junto con varios otros productos y procesos. Quienes fijan los criterios simplemente no hacen investigación de los materiales nanoescalares si sus contrapartes o equivalentes de tamaño macro o micro ya fueron aprobados.
Impacto: El mercado actual de las nano partículas es pequeño, pero los analistas predicen que excederá los $900 millones de dólares para el año 2005. algunas de las compañías más grandes del mundo (DuPont, BASF, L’Oreal, Hewlett-Packard, Mitsubishi, Toyota e IBM) así como algunas de las más pequeñas (NanoProducts, Nanophase, Altair) están impulsando el rápido crecimiento de la investigación de nano materiales. Las nano partículas representan la Fase 1 de una nueva revolución industrial, que la Fundación Nacional para la Ciencia de Estados Unidos considera alcanzará valor de un billón de dólares para el 2015. La tecnología atómica (o nano tecnología como la industria prefiere llamarla) atraviesa todos los sectores industriales y afectará todas las economías nacionales. El impacto potencial de las nano partículas —para bien o mal—sobre la naturaleza y la salud humana es enorme. Se están dando enormes saltos en el campo de la nanotecnología más allá de las nano partículas. Inventos que muchos pensaron imposibles o a décadas de distancia, como la manufactura molecular, ahora se consideran factibles y al alcance de la mano. Sin embargo, si a la indistria no se le puede confiar el desarrollo seguro de las nano partículas no tendrá credibilidad alguna cuando llegue el tiempo de las aplicaciones más sofisticadas de la nanotecnología —como el autoensamblaje molecular (vea el Communiqué no. 77 del Grupo ETC “Ahí viene la plaga verde. La nano tecnología cobra vida”). A menos que la comunidad científica respalde una moratoria, el futuro de esta tecnología emergente podría quedar desprestigiado para siempre.
Políticas: Ningún organismo intergubernamental tiene actualmente la responsabilidad de monitorear y regular la tecnología atómica. Algunos gobiernos están comenzando a considerar algunos aspectos de la regulación de la tecnología atómica pero ninguno está dando prioridad a las implicaciones socioeconómicas, (epspecialmente en el área del trabajo), ambientales y para la salud. El Programa Nacional de Toxicología de Estados Unidos (US National Toxicology Program) aún no considera que los nano materiales sean una clase específica.1 En el Reino Unido, el organismo encargado de mejorar los criterios (UK Better Regulation Taskforce), establece que “el gobierno necesitará demostrar que cuenta con políticas claras para asegurar la seguridad de los individuos, los animales y el ambiente, permitiendo al mismo tiempo que la investigación sobre nano tecnología continúe.”2 Al parecer, en Alemania y Bruselas se están preparando algunos estudios iniciales. Depués de más de 25 años de trabajo de laboratorio, no existen estándares científicos aprobados internacionalmente que regulen la investigación en laboratorios o la introducción de nano materiales en productos comerciales. A la luz de esta impresionante negligencia y debido a que los consumidores ya están siendo expuestos a las nano partículas sintéticas, el llamado a una moratoria obligada es la única respuesta política razonable.
Foros: Finalmente, los gobiernos deben negociar una Convención Internacional, (legalmente obligatoria) para la Evaluación de las Nuevas Tecnologías, ICENT, por sus siglas en inglés.
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