2013: Año de resistencia al maíz transgénico

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Silvia Ribeiro

Las abejas de mil 500 colmenas de una comunidad de Hopelchén, Campeche, murieron este 6 de febrero por la fumigación de transgénicos de Monsanto en un área cercana. Impactó directamente a más de 50 familias campesinas, que tras una cosecha de maíz escasa por la sequía, esperaban recuperarse con la venta de miel orgánica, lo cual perdieron porque la miel está contaminada con agrotóxicos y polen transgénico. Álvaro Mena, campesino maya de Hopelchén e integrante de la Red en Defensa del Maíz, estimó que las pérdidas son 10 millones de pesos, un año de sustento de esas familias. Y hay más impactos en otras cuatro comunidades. La fumigación se intensifica con los cultivos transgénicos, ya que al ser resistentes a agrotóxicos y plantarse en extensos monocultivos, se aplican enormes cantidades. No es un accidente: es la avalancha tóxica que viene con los cultivos transgénicos y la amenaza de autorizar millones de hectáreas de maíz manipulado.

Mena comenzó con este grave testimonio su participación en el debate sobre maíz transgénico realizada el jueves 7 de febrero, en un auditorio repleto de la Facultad de Ciencias, convocado por varias redes, entre ellas #YoSoy132 Ambiental, Vía Campesina, Movimiento Urbano Popular, Red en Defensa del Maíz.

Fueron llamados a debatir las autoridades de Sagarpa, Semarnat y la Comisión Intersecretarial de Bioseguridad y Organismos Genéticamente Modificados, (Cibiogem), pero no quisieron asistir siquiera para escuchar a las organizaciones sociales y científicos invitados. Las dos secretarías alegaron que no tenían posición en el tema (aunque hay miles de hectáreas de plantaciones experimentales y piloto de maíz transgénico contaminando los campos) y la Cibiogem, que ya tenía la agenda ocupada (¿autorizando transgénicos?)

La respuesta de Semarnat, enviada el día del debate, refiere que no irán porque están pendientes de un “grupo de expertos” integrados por UNAM, Cinvestav, Colpos, UAAAN y Conacyt, para determinar una “política pública en materia de maíz transgénico”. Parecería que esperan las opiniones “correctas”, a favor de los transgénicos, ya que si es por recomendaciones científicas, desde el primer día de su mandato recibieron sólidos documentos y un llamado firmado por investigadores de esas mismas instituciones y muchas otras (3 mil científicos y expertos, varios con los máximos galardones nacionales e internacionales) llamando a cancelar las siembras de maíz transgénico en centro de origen por los riesgos que implica, y a establecer “inmediatamente una revisión de los aspectos ambientales y sociales que se verían impactados por la siembra de maíz transgénico en México, basándose en criterios científicos rigurosos y en amplia participación pública (…) para la consideración de las mejores opciones tecnológicas para abordar la producción de alimentos en nuestro país”.  

El doctor Antonio Turrent, presidente de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad (www.uccs.mx), mostró que no es necesario el maíz transgénico para aumentar la producción de maíz en México, y que el país tiene las condiciones de tierras, agua, semillas y diversidad de recursos y tecnologías públicas para cubrir todas sus necesidades actuales y futuras sin colocar en riesgo la independencia económica, la diversidad, la salud o el ambiente, como implican los transgénicos. El doctor Turrent publicó recientemente un estudio detallando estas opciones.

Peter Rosset, biólogo e investigador, presentó una lista de trabajos publicados en revistas científicas arbitradas, particularmente una compilación de estudios realizada en 2009 por los científicos Artemis Dona y Ioannis S. Arvanitoyannis, que indican que los cultivos transgénicos están asociados a efectos tóxicos, hepáticos, pancreáticos, renales, reproductivos y alteraciones hematológicas e inmunológicas, así como efectos cancerígenos. Mencionó el estudio del doctor Séralini en Francia (2012), donde el mismo maíz transgénico que Monsanto solicita plantar en 700 mil hectáreas en México, produjo cáncer en ratas. Al respecto, Rosset señaló que siendo México un país que consume maíz en mayor cantidad que cualquier otro país, y por los riesgos que se han observado en diversos estudios desde hace años, no se debe exponer a la población a los transgénicos. Indicó que el mayor riesgo es para niños y niñas, que serán los más afectados pero los que no pueden decidir, por lo que urge aplicar el principio de precaución, cancelando los transgénicos, a favor de las generaciones futuras.

Las organizaciones convocantes urbanas, rurales y estudiantiles, manifestaron sus posiciones críticas a los transgénicos desde sus perspectivas, mostrando que la siembra de maíz transgénico atraviesa todas las luchas y que no permitirán que el gobierno lo imponga, contra los intereses de la vasta mayoría de la población y a favor de unas pocas trasnacionales. Se acordó promover nuevos debates, foros y actividades, además de fortalecer los vínculos entre las organizaciones para evitar transgénicos en cultivos y alimentos. También promover la mayor participación posible en las pre-audiencias sobre Maíz y Soberanía Alimentaria del Tribunal Permanente de los Pueblos, que entre otras celebrará una pre-audiencia con testimonios científicos sobre transgénicos y las fallas y corrupción del sistema de bioseguridad en el país. Tal como recordó Álvaro Mena, crece el apoyo al 2013 como “Año de resistencia contra el maíz transgénico y en defensa del maíz nativo, de la vida y autonomía de los pueblos del maíz”.

Publicado en La Jornada el 10 de febrero de 2013