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La demanda de alimentos, forrajes y otras formas de biomasa vegetal —así como de otros recursos estratégicos como los minerales y la madera— constituye el principal impulso para el acaparamiento global de tierras. El control de los recursos hídricos es otro factor principal. Las organizaciones de la sociedad civil fueron las primeras en denunciar los peligros de un masivo y continuo acaparamiento de tierras y aguas alrededor del mundo (por ejemplo, desde la organización internacional GRAIN y el Instituto Polaris, en Canadá, respectivamente). Aunque los estudios no son exhaustivos, se estima que entre 50 y 80 millones de hectáreas de tierras en el Sur global han sido adquiridas por inversionistas internacionales, de las cuales, dos terceras partes de las compras de tierras se han realizado en el África Subsahariana. Para 2006, 14 millones de hectáreas —cerca del 1% del total de la tierra cultivable del mundo— era utilizada para la producción de biocombustibles. Un estudio estima que, para el año 2030, entre 35 y 54 millones de hectáreas (esto es, entre 2.5 y 3.8% de toda la tierra cultivable) será empleada para la producción de biocombustibles.